Este pasado fin de semana sacamos a pasear la Canon EOS M5, de la que ya hablamos el pasado Septiembre. Para la prueba, tuvimos disponible los objetivos EF-M 15-45mm f3.5-6.3 IS STM y el EF-S 24mm f2.8 STM junto con el adaptador de montura EOS a EOS-M.
Construcción y ergonomía
Lo primero que llama la atención de la EOS M5 es su ligereza y lo contenido de su tamaño. El conjunto queda bien balanceado con las ópticas existentes para el sistema. El EF-S 24mm con el adaptador, también se siente muy bien. Queda muy bien integrado, sin ningún tipo de holguras.
Sin embargo, con ópticas más luminosas y de construcción profesional que puedan llegar en un futuro al sistema, el conjunto es susceptible de «cabecear». Lo mismo puede decirse de las ópticas que usemos con el adaptador a montura EOS. Al alejar el peso de la lente del cuerpo, el balance usando ópticas más pesadas y voluminosas se va a resentir.
Por lo demás, la cámara goza de una buena ergonomía. Junto con su reducido peso, no tuvimos problema en llevarla un par de horas cogida en mano, sin notar ningún cansancio.
En lo que respecta a la disposición de los botones y controles, es bastante adecuada. La única pega quizá sea el botón para modificar la posición del punto de enfoque. Sobre el papel la posición es lógica, pero a la hora de la verdad cuesta encontrarlo con el pulgar.
Manejo
Tras ajustar un poco las opciones de la cámara y montar el EF-S 24mm con el adaptador, salimos a dar un paseo por la zona de Arc de Triomf y el Parc de la Ciutadella. Pese a que el día no acompañaba, el bullicio de gente de la zona en fin de semana siempre aporta buenas oportunidades para hacer fotos.
Uno de los puntos fuertes – y el punto diferencial de la EOS M5 respecto al resto de cuerpos de la línea M de Canon – es el visor. Con dos millones de puntos y un refresco de 120fps, no tiene nada que envidiar al resto de la competencia.
Casi lo primero que hicimos fue probar la ráfaga de la cámara. Las especificaciones sobre el papel de la cámara aseguran 7-9 fps según el modo de AF. El buffer en cambio no es muy grande, y en segundo y medio pierde fuelle.
Uno de los puntos negativos de la cámara fue, que pese a lo constante y suave de la iluminación del día, parecía subexponer constantemente al usar el modo evaluativo, teniendo que disparar durante todo el día con el dial de compensación de exposición a +1.
En cuanto al autofoco, no encontramos mayores problemas con él. Incluso con sujetos que se mueven de forma poco predecible como éste par de ánsares, y llevando montado un objetivo adaptado, la cámara responde adecuadamente. No es el autofoco más rápido del sector mirrorless, pero es confiable.
Calidad de imagen
Lo gris del día no acompañaba para jugar con las luces y sombras, pero era un buen día para probar el rendimiento del sensor con los colores. Si bien es cierto que siguiendo la dinámica de la casa los archivos RAW son neutros de base, hay información de sobras en ellos para saturarlos al gusto al revelarlos.
En cuanto a nitidez, el sensor, con 24,2MP según especificaciones, cumple de sobras con cualquier óptica que le montemos.
Tambien cabe destacar el buen comportamiento del sensor a ISOs altos. Sin forzar a valores absurdos, tiene un patrón de ruido que mantiene la calidad de imagen y la nitidez.
Valoración final
Canon llega tarde a la fiesta de las mirrorless, pero ha aprovecha ese retraso produciendo una cámara con los deberes bien hechos. Pese a que la EOS M5 puede pecar de excesivamente conservadora, se desenvuelve con soltura en cualquier ámbito.
Es por tanto, una buena opción para aquellos que deseen una cámara que les permita ir ligeros y sin comprometer calidad de imagen. Y siempre, eso si, que no necesiten tener un amplio sistema detrás.
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